La arquitectura es mucho más que construir edificios; es una forma de arte y de expresión cultural. Y, como el resto de expresiones artísticas, ha sufrido un desarrollo a lo largo de los siglos. Ha reflejado las creencias culturales, los avances tecnológicos que iba sufriendo cada sociedad y, además, las preferencias estéticas de las comunidades. Podemos descubrir un retazo de historia en cada una de las edificaciones que forman parte de nuestro patrimonio cultural. Desde los templos, majestuosos y casi mágicos, hasta los rascacielos actuales, cada estilo arquitectónico ha reflejado algo diferente. Y hoy queremos adentrarnos en los distintos estilos de arquitectura, así como sus particularidades principales.
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Arquitectura clásica
Comencemos, cómo no, con la arquitectura clásica, cuyas raíces proviene de la antigua Grecia y Roma. Un arte que ha perdurado a lo largo de los siglos, y que se ha caracterizado por la armonía, la simetría y una proporción increíble. Es un estilo que se basa en columnas, en arcos y frontones, y que casi pareciera que nos acerca a la grandeza de las antiguas civilizaciones.
Esta arquitectura continúa influyéndonos a nivel artístico ahora mismo, y son muchos los edificios gubernamentales y bancarios que apuestan por este tipo de diseño. No en vano hablamos de un estilo que evoca la estabilidad y la autoridad.
Arquitectura gótica
La arquitectura gótica, nacida en Francia durante el siglo XII, marcó un hito en la historia de la construcción, no solo por su belleza estética, sino por sus innovaciones técnicas y el simbolismo que impregnó sus majestuosas estructuras.
Dejó un legado inigualable en la historia de la construcción. Su influencia se extendió por toda Europa y más allá, inspirando a arquitectos y artistas durante siglos. Hoy en día, las catedrales góticas siguen siendo admiradas por su belleza, su simbolismo y su testimonio de la capacidad humana para crear obras maestras que desafían el tiempo.
Arquitectura renacentista
El Renacimiento marcó un antes y un después en la cultura Europea, y eso es algo que podemos ver reflejado en todas las facetas artísticas de esa época. Y, por lo tanto, también en la arquitectura. Lo cierto es que guarda bastante semejanza a nivel estético con la arquitectura clásica, porque se inspiraban justo en estos ideales. Es más, los consideraban la cúspide a alcanzar.
De nuevo, vemos mucha simetría, proporción y elegancia, puesto que son las características distintivas de este estilo. No hay más que echar un vistazo a los grandes monumentos emblemáticos de esta época, como es la Catedral de Florencia o el Palacio Pitti.
Arquitectura barroca
Damos ahora el salto a una arquitectura que sí que se diferencia notablemente de las anteriores, y es que olvidan esa simetría y esa elegancia, y apuestan por la extravagancia. Por el drama, la exageración y la búsqueda de impresionar a absolutamente todos los que contemplasen sus obras. No hay aquí ni un atisbo de minimalismo: las formas eran exuberantes, y los detalles eran cuidados y ricos. En este caso, se olvidó el dicho de “menos es más”; para los amantes del barroco, más es más.
Un ejemplo de este estilo de arquitectura es la impresionante Basílica de San Pedro, que se encuentra en el Vaticano. Puedes dedicar horas a analizar su fachada, y la ornamentación de esta, y aún así seguro que te quedarán detalles por estudiar.
Arquitectura neoclásica
La arquitectura, como sucede con prácticamente todo el tipo de arte, evoluciona a base de reacciones. Y frente a la exageración del barroco, surge una nueva búsqueda de la simplicidad y la sobriedad con la arquitectura neoclásica. De nuevo, buscamos una inspiración en Grecia y en Roma, con edificios que sean elegantes, mucho más equilibrados. Se rompe con todo lo anterior, y se regresa a las raíces de la elegancia clásica.
Arquitectura moderna
El siglo XIX vio cómo surgía una arquitectura totalmente diferente a las anteriores, de nuevo como reacción. Aunque, en esta ocasión, se reacciona a lo clásico y se busca innovar, provocar cambios y, además, apostar por la funcionalidad.
Los arquitectos modernistas buscan un diseño que si bien sea minimalista, también sea racional. Se intenta responder a las necesidades de la sociedad, encajar con la vida que tienen los ciudadanos y serles de ayuda. Es en esta época cuando surgen nombres tan importantes como Ludwig Mies van der Rohe o Le Corbusier. En este post hablamos en profundidad de la arquitectura bauhaus.
Por el contrario, la arquitectura postmoderna (que surgió a mediados del siglo XX) se caracteriza por su rechazo a los principios del modernismo y su énfasis en el eclecticismo, la ironía y el juego.
Arquitectura contemporánea
Pese a que hablamos de la arquitectura contemporánea en singular, lo cierto es que es una amalgama de estilos y enfoques que nos permiten ver la diversidad cultural en la que vivimos ahora mismo. Dentro de esta arquitectura podemos hablar de brutalismo, de postmodernismo… Aunque si hay algo que caracteriza a todos estos arquitectos es que experimentan y dejan que su arte fluya.
Gracias a esa experimentación, se consiguen edificios mucho más innovadores, con formas muy expresivas y que son auténticas obra de arte. Como, por ejemplo, el Museo Guggenheim, en Bilbao.
Arquitectura sostenible
La arquitectura sostenible también ha nacido como respuesta a la sociedad, aunque en este caso no es como respuesta a las edificaciones anteriores. En esta ocasión, hablamos de una respuesta a los desafíos medioambientales que estamos encarando a nivel global. Para solventar todos estos problemas, se busca un estilo arquitectónico que se centre en la eficiencia energética, en el uso de materiales renovables y, por supuesto, en minimizar el impacto ambiental.
Si bien es cierto que hay ejemplos famosos de este tipo de arquitectura, también los hay más de a pie. Cada vez son más los arquitectos de viviendas estándar que apuestan por la arquitectura sostenible, para conseguir que las ciudades sean mucho más eficientes a nivel energético.
Un ejemplo de este estilo podría ser la arquitectura bioclimática, que apuesta 100% por la sostenibilidad.
Arquitectura bioclimática
Este enfoque arquitectónico busca aprovechar las condiciones climáticas del entorno para maximizar la eficiencia energética de los edificios. Mediante el diseño estratégico y el uso de materiales específicos, la arquitectura bioclimática regula la temperatura interna de los espacios, reduciendo la necesidad de sistemas artificiales de calefacción o refrigeración. Este estilo no solo promueve la sostenibilidad ambiental, sino que también genera un entorno más saludable para sus habitantes, contribuyendo al bienestar general.
Arquitectura vernácula
Pasamos ahora a hablar de un concepto totalmente diferente, la conocida como arquitectura vernácula. Vernáculo proviene del término latín vernaculus, que podríamos traducirlo como doméstico o nativo. Y justo ahí reside el eje de esta arquitectura: edificaciones sencillas, pensadas únicamente para cubrir necesidades básicas. Se adaptan al medio, y lo que buscan es ofrecer un refugio para las personas que viven en esa zona concreta.
Junto a esto, se caracteriza por una gran integración con el entorno natural, puesto que se usan siempre materiales disponibles de la zona y técnicas de construcción tradicionales.
Arquitectura futurista
Por último, hemos de mencionar esa arquitectura que es capaz de desafiar los límites de la imaginación e innovar, y apostar por las tecnologías más llamativas. La arquitectura futurista se apoya en la idea del progreso, del cambio y de la mejora, y busca reinventar por completo el entorno urbano. Frente a lo respetuosa con este entorno que es la arquitectura vernácula, esta rompe con todo y quiere lograr un cambio radical.
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