El hormigón es, ahora mismo, un material esencial en el sector de la construcción, tanto por su durabilidad como por la resistencia estructural que ofrece. No obstante, ¡no está exento de problemas y enfermedades! Conforme una estructura va envejeciendo, comienzan a aparecer diferentes enfermedades y patologías que pueden afectar a su calidad y su durabilidad, comprometiendo incluso su resistencia. Y hoy te vamos a hablar de todas esas problemáticas que pueden surgir con el paso del tiempo.
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Aluminosis
Comenzamos con la enfermedad conocida como aluminosis, que guarda estrecha relación con la presencia de aluminio dentro de este. Y es realmente grave, puesto que compromete seriamente la resistencia del hormigón.
Se popularizó entre las décadas de los 50 y los 80 el uso de hormigón mezclado con cemento aluminoso, porque era fácil de fraguar. No obstante, tras el hundimiento de diferentes estructuras, se prohibió por completo su uso. Y es que la durabilidad se veía seriamente comprometida.
Esta patología se da cuando el Aluminato Monocálcico Hidratado se transforma en Aluminato Tricálcico Hidratado, que ocupa mucho menos espacio. Eso hace que la pasta tenga más porosidad y, por tanto, menos adherencia y menos resistencia.
Normalmente, esta enfermedad se puede detectar porque aparecen manchas amarillas, además de grietas. El problema es que su reparación es muy compleja, porque es un fallo de base.
💡 Más información acerca de la aluminosis
Ataque químico
El hormigón puede verse afectado por diferentes productos químicos presentes en el entorno, como sulfatos, cloruros y ácidos. Estos productos químicos pueden erosionar el hormigón y debilitar su estructura.
Carbonatación
La carbonatación es uno de los problemas más conocidos, y se da cuando se usa acero como material de refuerzo. Se debe a que se forma carbonato de calcio al reaccionar el dióxido de carbono con el hidróxido de calcio. Y esto acaba por provocar una corrosión de las armaduras metálicas que se han usado. De nuevo, nos encontramos con grietas y pérdida de cohesión.
Es un proceso que tarda muchos años en aparecer, pero, cuando lo hace, causa daños muy altos. Y su reparación no es asequible. Además, el agua puede ser un problema en este tipo de casos.
Congelación y descongelación
Cuando el agua penetra en el hormigón y luego se congela, puede expandirse y causar daños en la estructura. Este proceso, conocido como acción de hielo-deshielo, puede provocar fisuras y desprendimiento del hormigón.
Corrosión
Cuando el hormigón tiene en su interior acero embebido, la corrosión es una de sus principales amenazas. Esta se inicia por la carbonatación que antes hemos mencionado, puesto que es la reacción química que se da entre el dióxido de carbono y otros productos que se usan en el hormigón. La mezcla de estos produce que el pH baje a menos de 9, dañando seriamente la estructura.
Eflorescencia
El agua puede dañar gravemente el hormigón. Esta patología se da cuando la humedad que recibe el material comienza a disolver las sales que este tiene y llega a su superficie. Es ahí donde reacciona con el C02 y deja en este un depósito mineral que es de carbonato de calcio. Se puede apreciar a simple vista como una especie de polvos que son muy secos, de color blanco.
Pese a lo llamativos que son, no dañan la estructura del hormigón, con lo cual no suponen un problema grave. Además, su reparación no es costosa.
Fisuración
Una de las enfermedades que suelen aparecer en el hormigón es la conocida como fisuración, que se aprecia con fisuras en el hormigón. El problema real de esto es que nos está mostrando que hay una debilidad estructural, y que podemos llegar a tener un problema con el edificio.
Son roturas que aparecen generalmente en la superficie del hormigón, y que se deben, sobre todo, a tensiones que van más allá de la capacidad de resistencia que realmente tiene el material.
Lixiviación
Otra de las patologías que puedes hallar en el hormigón es la conocida como lixiviación, que es cuando se disuelven los iones de calcio que hay dentro de la pasta de cemento. Realmente, esto lo que da lugar a posteriori es a lo que conocemos como eflorescencia, de lo que ya hemos hablado. Es un daño superficial, con lo cual no tiene por qué suponer un problema real en la estructura del edificio.
Reacción Álcali-Sílice (RAS)
Una enfermedad que sí es preocupante, puesto que puede provocar tanto la fisuración como la expansión e incluso la destrucción del hormigón, es la conocida como reacción álcali-sílice. Esta es una reacción expansiva que se manifiesta años después de la obra, y que es casi imposible de frenar una vez que ha comenzado. Tanto es así que el mero hecho de tratar de rehabilitar una construcción supone un desembolso demasiado alto.
Suele darse cuando se trabaja en entornos con una alta humedad, especialmente costeros. Y los principales agravantes son la temperatura, la humedad ambiental o incluso los propios materiales.
Reacción sulfática interna
Los sulfatos también pueden ser altamente perjudiciales para el hormigón, puesto que producen una degradación con el paso del tiempo. Además de una expansión y una posible fisuración, pueden acabar por provocar menor resistencia y menos adherencia. Y, en este caso, sí que supone un daño de la estructura del hormigón en sí.
Retracción
La retracción es otra patología común que afecta al hormigón y puede causar problemas estructurales significativos. Este fenómeno se produce cuando el hormigón pierde humedad y se contrae, lo que puede resultar en la formación de grietas y fisuras.
Existen diferentes tipos de retracción, como la retracción por secado, la retracción autógena y la retracción plástica. La retracción por secado es la más común y ocurre cuando el agua se evapora del hormigón endurecido. La retracción autógena se produce debido a reacciones químicas internas, mientras que la retracción plástica ocurre cuando el hormigón fresco pierde agua rápidamente. Todas estas formas de retracción pueden comprometer la integridad estructural del hormigón y deben ser consideradas en el diseño y mantenimiento de estructuras de hormigón.
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