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Mampostería: Tipos, ventajas y aplicaciones en la construcción moderna

muro de mampostería

La mampostería es una técnica de construcción que se lleva empleando desde la antigüedad, pero que ha evolucionado bastante desde entonces. Sigue siendo una técnica versátil, duradera y muy práctica en la construcción moderna. A modo de introducción, debes saber que se ayuda de bloques de distintos materiales que se unen mediante mortero, y que tiene como principal cualidad una gran resistencia. Sigue leyendo, porque vamos a profundizar en este mundo, y te garantizamos que te va a resultar muy interesante.

Introducción a la mampostería: definición y conceptos básicos

La mampostería es un sistema de construcción que se basa en disponer bloques de materiales. Estos pueden ser piedra, ladrillo… Se disponen de forma ordenada, y se unen mediante mortero. De esta forma, se pueden levantar muros y otro tipo de estructuras, con la principal particularidad de que son muy resistentes y pueden soportar grandes cargas. Se suelen usar como revestimiento, puesto que son capaces de brindar un aislamiento tanto térmico como acústico.

Esta técnica tiene su origen inicial en las primeras civilizaciones. Estas usaban piedras para construir sus viviendas, sus templos e incluso murallas. Si bien es cierto que esta técnica se ha modernizado y se ha adaptado a los nuevos estándares de construcción contemporáneos, es curioso ver cómo hemos de remontarnos históricamente para ver su origen. En la actualidad, se combinan esas técnicas tradicionales con materiales mucho más innovadores para así cumplir con las demandas actuales.

Tipos de mampostería

Hay una gran variedad de tipos de mampostería, que se clasifican tanto por su funcionalidad como por el tipo de material e incluso por la disposición de los bloques:

  • Mampostería de piedra: En este caso, se emplean bloques de piedra natural, como pudiera ser el granito o el mármol. Estos se colocan uno sobre otro, y es un método muy duradero y resistente a todo tipo de condiciones climáticas extremas. Es costoso y laborioso, pero el resultado es de una gran calidad.
  • Mampostería de ladrillo: Es uno de los materiales más comunes, y se pueden encontrar diferentes tipos de ladrillo: cocido, refractario, visto… Dependiendo de la aplicación que se le vaya a dar, se debe optar por uno u otro.
  • Mampostería de bloques de concreto: Es una alternativa mucho más moderna, y usa bloques prefabricados. Es muy popular cuando se deben construir edificios a gran escala, puesto que es barata y muy resistente.
  • Mampostería de tabique: El tabique es una especie de ladrillo que se hace con arcilla cocida, y que se usa sobre todo en muros y tabiques interiores. Su aislamiento acústico y térmico es muy bueno, aunque no es tan resistente como otros materiales.
  • Mampostería armada: En este tipo de mampostería, los bloques se refuerzan con barras de acero. Y es este refuerzo el que permite aumentar la resistencia estructural de los muros en caso de que vayan a soportar cargas más pesadas.
  • Mampostería confinada: Es una variación de la anterior, que cuenta con un refuerzo extra. Está específicamente diseñado para zonas donde hay muchos terremotos.

Ventajas y desventajas de la mampostería en la construcción

La mampostería trae consigo muchos beneficios en la construcción, aunque es cierto que también cuenta con ciertas limitaciones que se han de tener en cuenta. Pero comencemos con sus puntos fuertes:

  1. Durabilidad: Si se construyen y se mantienen de forma adecuada, pueden durar siglos.
  2. Resistencia estructural: Son capaces de soportar cargas significativas, así que son ideales para construcciones altas.
  3. Aislamiento tanto térmico como acústico: Es un excelente aislante, lo que hace que, además, sea muy eficiente a nivel energético y proporcione un gran confort acústico.
  4. Resistencia al fuego: Los materiales que se usan no son combustibles, algo que siempre es un plus en una edificación.
  5. Estética: El diseño es muy atractivo, y ofrece la posibilidad de hacer cambios para ajustarse a los acabados variados.

Por desgracia, tiene algunos puntos débiles:

  1. Costos iniciales: Son bastante elevados, especialmente en el caso de la mampostería de piedra. Porque tanto el material como la mano de obra es caro.
  2. Tiempo de construcción: Debido a la técnica que se usa, requiere un proceso bastante más largo.
  3. Mantenimiento: Es necesario llevar a cabo un mantenimiento de forma regular para, de esta manera, evitar problemas de humedad, grietas y deterioro estructural.

Materiales utilizados en mampostería

La elección final del material que se use dentro de la mampostería depende mucho del presupuesto, de las necesidades concretas del proyecto y, cómo no, del tipo de construcción. Aunque los más usados son:

  • Piedra natural: Granito, mármol, pizarra… Son los más usados dentro de la gama alta. La durabilidad es excepcional, aunque también tiene un coste bastante elevado.
  • Ladrillo: Hay muchos tipos diferentes, aunque todos ellos cuentan con la particularidad de ser tanto económicos como fáciles de instalar.
  • Bloques de concreto: Se pueden encontrar en diferentes tamaños, y son muy usados en la arquitectura moderna. Sobre todo, por la relación que tienen entre el precio y la durabilidad.

Además, se usan otros materiales para terminar de realizar el trabajo, como el mortero, que es el que une la mezcla. O el acero de refuerzo, en caso de que la empresa constructora lo considere necesario debido al tipo de edificación o a la zona.

Mantenimiento y reparación de estructuras de mampostería

Para mantener bien la integridad de este tipo de estructuras, es clave hacer un mantenimiento periódico y reparar los posibles daños que puedan ir surgiendo. Para eso, se recomienda hacer una revisión periódica tanto de las paredes como de las columnas, para así detectar grietas, daños por humedad o desprendimiento del mortero. En caso de que se detecten grietas, estas deben sellarse rápidamente. Si son muy profundas, puede que se requiera incluso un reemplazo de los bloques.

Además, se debe aplicar selladores para evitar que entre la humedad y crezca el moho, así como llevar a cabo limpiezas periódicas con los productos adecuados. De esta manera, hablamos de un material que durará impoluto décadas y décadas.

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