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Biomateriales en construcción: de residuos a recursos

biomaterial en la construcción

Ahora mismo, la industria de la construcción vive en un proceso de transformación totalmente sin precedentes. Nos encontramos en un momento donde la necesidad de cuidar el medioambiente es clave, y eso hace que el sector busque cada vez más una construcción sostenible con materiales circulares y eficientes. En este contexto, los biomateriales (aquellos que proceden o bien de fuentes naturales o bien de residuos que han sido reutilizados) se posicionan como una de las alternativas clave de cara a reducir el impacto ambiental. Si antes algo se consideraba un desecho, hoy adquiere un valor totalmente distinto debido a la economía circular y pasa a ser un recurso muy valioso. Sin duda, el futuro de la arquitectura sostenible.

¿Qué son los biomateriales?

Los biomateriales (bio-based materials en inglés) son, como su propio nombre nos indica, materiales de origen biológico o reciclado que se usan en la construcción. La clave es que, pese a su origen, no comprometen en ningún momento la calidad, la resistencia o la durabilidad de un edificio. Y, a diferencia de los materiales convencionales, tienen una menor huella de carbono y buscan fomentar la llamada economía circular.

Estos biomateriales pueden proceder de distintas fuentes:

  • Recursos naturales renovables, como madera, bambú o corcho.
  • Residuos orgánicos o subproductos de la industria.

La idea no es únicamente la de sustituir esos materiales tradicionales, sino también renovar todos esos desechos que antes se tiraban a la basura.

Como punto añadido, los biomateriales pueden desempeñar funciones muy dispares que buscan mejorar la eficiencia energética, como ser aislantes térmicos. Pero también pueden funcionar como aislantes acústicos, como revestimientos o como acabados estéticos. Lo más habitual es encontrar materiales enfocados a mejorar el confort del ambiente interior y, además, la eficiencia energética.

De desecho a material de construcción

El buscar transformar todos los residuos en recursos es el eje central de la conocida economía circular. Dejamos atrás ese modelo lineal en el que extraemos, fabricamos, usamos y desechamos. Y cambiamos ese ciclo, dando una nueva vida a todo eso que íbamos a desechar, generando así un ciclo totalmente circular.

Un buen ejemplo de ello se encuentra en la industria agroalimentaria, que cada año produce toneladas de residuos de cáscaras, fibras o tallos. Estos, normalmente, se incineran y acaban en vertederos. Para evitar estas pérdidas, estos materiales se pueden convertir en ladrillos o paneles, o incluso en morteros ecológicos. Nos encontramos, pues, ante un cambio completo de paradigma.

Hay dos impactos positivos que son especialmente importantes:

  1. Se reducen notablemente los residuos que se deben gestionar.
  2. Disminuye la extracción de recursos naturales vírgenes, con todo lo que eso implica (deforestación, elevadas emisiones contaminantes y un alto consumo energético).

Ejemplos de residuos convertidos en recursos

Hay biomateriales que son muy innovadores, y que lo que hacen es demostrarnos que prácticamente cualquier residuo puede tener una segunda vida útil. Lo único necesario es investigar cuáles son los procesos más adecuados. Hoy vamos a hablar de algunos de los ejemplos que podríamos considerar más representativos.

  1. Cáscaras de arroz y residuos agrícolas
    El bagazo de la caña de azúcar, la paja del trigo, el tallo del maíz o la cáscara de arroz se usan ahora mismo para fabricar paneles aislantes, e incluso ladrillos ligeros. Cuentan con un gran punto fuerte, y es que disponen de una densidad muy baja y, además, tienen una alta capacidad para retener el aire. De este modo, ofrecen un buen comportamiento tanto térmico como acústico.
  2. Residuos de cacao y café
    Tanto la industria del café como la del cacao generan toneladas y toneladas de desechos orgánicos. A partir de estos se han desarrollado los conocidos biocompuestos, que sirven para recubrimientos o para fabricar mobiliario sostenible. Es más, existen incluso paneles decorativos hechos a base de residuos de café, que tienen el plus de aportar esa textura extra de naturalidad y un tono muy cálido para hogares y oficinas.
  3. Plásticos reciclados
    No son materiales de origen biológico, pero se integran dentro de la filosofía de los materiales debido a ese carácter de circularidad que traen consigo. Se pueden transformar en maderas sintéticas, en ladrillos plásticos o incluso en mezclas asfálticas. Y son bastantes los proyectos urbanos que los introducen ahora mismo en mobiliario o en pavimentos.
  4. Residuos textiles
    El textil es, ahora mismo, otro de los grandes focos de contaminación global. Las fibras recicladas se usan para crear aislantes térmicos y acústicos, capaces de sustituir a la lana de roca o incluso al poliuretano. Tienen como punto a su favor el hecho de que son muy ligeros y fáciles de instalar, además de que pueden obtener propiedades ignífugas gracias a tratamientos naturales.
  5. Subproductos de las industrias cervecera y vitivinícola
    El bagazo de cerveza o los hollejos del vino se pueden usar a la hora de fabricar materiales porosos que busquen tener gran capacidad de absorción de la humedad. Hay casos en los que se combinan con biopolímeros para formar así paneles transpirables.
  6. Madera reciclada y corcho recuperado
    Son referentes tradicionales dentro de la construcción sostenible. Hoy, además, se trabaja especialmente en su recuperación y reutilización con proyectos que lo que buscan es alargar su vida útil.
  7. Micelio y hongos
    Y terminamos con uno de los campos más fascinantes, que es el uso del micelio (la estructura vegetativa de los hongos). Es un material que crece en moldes, se seca y, posteriormente, se transforma en unos bloques que tienen como principal cualidad ser muy ligeros y resistentes al fuego. Tanto es su interés que se cree que podría representar el futuro de la bioconstrucción.

Ventajas ambientales y económicas

Apostar por biomateriales no es solo una moda verde, sino una auténtica necesidad estructural. No podemos olvidar que hablamos de un sector que es responsable del 40 % del consumo energético a nivel mundial. Además, los beneficios que trae consigo son muy importantes:

  1. Una notable reducción de la huella de carbono. Los biomateriales requieren, en su mayoría, mucha menos energía en su producción. A esto hemos de añadirle que buena parte de ellos almacenan carbono durante toda su vida útil, algo que contribuye a compensar esas emisiones.
  2. Mejor gestión de los residuos. El mero hecho de transformar esos desechos en residuos aprovechables conlleva una menor presión sobre los vertederos y disminuye los costes de gestión.
  3. Una apuesta por el empleo verde y por la economía local. El uso de biomateriales impulsa la producción local, puesto que la mayoría de ellos se obtienen de residuos agrícolas o forestales cercanos. Y esto genera empleo rural, además de reducir los costes de transporte y las emisiones que este genera.
  4. Revalorización del diseño arquitectónico. La integración de materiales naturales o reciclados va más allá de la funcionalidad y aporta estética. Los arquitectos encuentran nuevas texturas, colores y acabados que son muy auténticos.
  5. Confort interior. Muchos biomateriales son completamente libres de tóxicos y, además, permiten una buena regulación de la humedad. Esto mejora la calidad del aire y aporta una temperatura mucho más estable.

Desafíos técnicos y normativos

Pese a la increíble cantidad de puntos positivos que juegan a favor de esta forma de construcción, hay ciertos desafíos. En primer lugar, nos encontramos con una falta de estandarización porque son materiales muy recientes y que no tienen normativas técnicas específicas. Es crucial que se creen normas europeas y nacionales en este sentido para continuar avanzando.

Y si bien es cierto que los ensayos iniciales han sido muy prometedores, aún se necesita más investigación con respecto a su durabilidad. Y con su resistencia a la humedad, el fuego, agentes biológicos o incluso su estabilidad y seguridad estructural en climas extremos.

A todo eso hemos de sumarle que, en muchos casos, estos biomateriales requieren de ciertos procesos de producción especializados. Y eso se refleja en costes iniciales mucho más elevados, aunque compensados a largo plazo tanto por su eficiencia energética como por su bajo mantenimiento.

Es innegable que los biomateriales representan una nueva era para la construcción, pero también lo es que hay ciertas limitaciones que deberán sobrepasarse.